3/5/11

La única verdad es la realidad

   Amigo bostero, esto es lo que hay. Y con esto tendremos que convivir hasta terminar este semestre.

   Un equipo irregular, jugadores ciclotímicos y un técnico escaso de coraje, para ser generosos.

   Ayer Boca dejó escapar dos puntos, otra vez como local, dos puntos que al final del primer tiempo parecían un trámite y que hubieran sido más que importantes.

   Visto imparcialmente, fue un 1-1 justo, con un tiempo de predominio para cada uno, y que ninguno se animó a ganar cuando las cosas se empardaron.

    Pero como no somos imparciales, y lo miramos desde un lugar definido, nos queda un gusto muy amargo con este empate.

   El primer tiempo de Boca fue bueno, no pensemos que fuimos el Barsa ni ahí, pero se dominó el partido, se manejó el trámite del encuentro, el medio controló la pelota (muy bien Somoza como único central), Chávez y Colazo se movían mucho, Román distribuía con acierto, Mouche preocupaba (insinuaba más que lo que concretaba, pero con un buen centro bastó) y Martín, volvió a ser el de siempre (perdónalos Titán, a los muchos que hablaron pavadas sobre vos, no saben ni lo que dicen ni de fútbol), y clavó un golazo de aquellos. Pero, siempre con el diario del lunes hay un pero, no se liquidó el partido con un par de goles pese a que hubo ocasiones para hacerlo.

   El segundo tiempo fue diametralmente opuesto. Obvio, cabe la eterna duda del huevo y la gallina. ¿Boca se fue solo para atrás o lo arreó Independiente?. Lo cierto es que Somoza se paró apenas adelante de los centrales, perdimos el medio campo, Fredes y Rodríguez empezaron a mover la pelota a voluntad, costó salir y sobre todo tener la pelota una vez recuperada. Así y todo, sobre los diez minutos, una excelente definición de Palermo se va al lado del palo, en lo que pudo ser la liquidación del pleito.

    Y mientras Luchetti, sufría y sacaba varias pelotas con destino de red, empezó a tallar el técnico con sus cambios.

   Que quede claro, desde acá pensamos que siempre son los jugadores los que ganan y pierden los partidos, y que la influencia del técnico es relativo, en tanto y en cuanto son los once dentro de la cancha los que deciden el rumbo de los partidos. Creemos que hay tres momentos claves para el técnico: antes del partido, cuando durante la semana plantea la forma de encararlo, en el entretiempo, cuando debe hacer las rectificaciones del caso, y en el momento de realizar los cambios, que son una señal para los que están adentro de lo que pretende.

   Y así como contra Estudiantes, Falcioni, demostró con los cambios que quería ganar un partido que iba hacia un inexorable empate, ayer, mostró, a más de veinte minutos del final, que solo pretendía aferrarse a un mezquino 1-0 o en el mejor de los casos, apostar a una contra afortunada.

   Así, promediando la segunda etapa, saca con diferencia de 2 minutos a Palermo, el goleador y hasta ahí una de las figuras, y a Román, el único que podía llegar a tener la pelota (si le llegaba y tenía un mínimo acompañamiento), para poner a Erviti y Viatri. Si la intención fue reforzar el medio, aguantar el partido y liquidar de contra, lejos estuvo de lograrse. Independiente siguió dominando, pocos minutos después empató y ya no quedaban cambios para tratar de enmendar el error (Clemente había dejado la cancha a poco de empezar el segundo tiempo con una molestia).

   Por suerte, el técnico rival, tenía más temores que el nuestro, y sacó al centrodelantero (Silvera) para poner un volante central (Battión), ahí quedó sellada la suerte del partido. Independiente mostró su conformidad con el empate y Boca su impotencia para revertir el resultado.

   La única verdad es la realidad, tenemos un plantel corto, un técnico no demasiado arriesgado y un equipo, que en promedio, es de mitad de tabla. Ahí navegamos, y ahí seguiremos, mal que nos pese, y que nos ilusionen algunos buenos momentos, o triunfos, que demuestran ser pasajeros.

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