19/12/10

2010 Un año para no olvidar ni repetir. Parte III, llega el Bichi, giras raras y renovaciones

Con el fin del Clausura y con el Mundial en medio, había tres meses hasta el comienzo del Apertura para diagramar el futuro de Boca. Tres eran, por entonces los temas candentes para la directiva: la designación del nuevo técnico que “refundaría” el plantel, la renovación de los contratos de muchos jugadores entre ellos los más conflictivos los de los “históricos”, Battaglia, Palermo, Ibarra,  Riquelme y Morel Rodríguez, y la compra de los refuerzos necesarios para no repetir la historia de los últimos tres torneos.

    La interna dirigencial estalla con todo con estos temas. Primero la designación del técnico. Cada dirigente, cada fracción política representada en la comisión aporta el suyo. El único que reúne el consenso general (al menos de palabra), es Carlos Bianchi, que obviamente vuelve a decir que no. Se habla de Falcioni (firma con Banfield), se habla de Russo (firma con Rácing), se vuelve a nombrar al Mellizo que anuncia que tiene contrato en el fútbol de USA hasta fin de año, alguien nombra a Giunta técnico de Alte. Brown ascendido de la B al Nacional B, otros hablan de Hrabina, otros de Cagna nuevamente pese a que está en Chile. Finalmente se impone el criterio del presidente y parte de la “mesa chica” y el elegido y finalmente contratado es el técnico del campeón, Argentinos Jrs. , Claudio “Bichi” Borghi.

   El capítulo de la renovación de contratos fue el más álgido del invierno. Rápidamente se acordó no renovar a jugadores como Marino, Prediger (no se uso la opción de compra), Gunino, Rosada, Luiz Alberto. De los históricos los primeros a los que se les anunció que no se les renovaría el vínculo fue a Morel Rodríguez y al Negro Ibarra. Uno de cada bando del plantel, casualmente. Quedaban los contratos de los tres históricos más ganadores: con Battaglia todo se hizo muy rápido y se renovó el contrato sin inconvenientes. Con Palermo y Riquelme la cosa fue bien distinta.

   Habitaban en la Comisión todas las posturas, renovar a uno, al otro, a ninguno o a los dos. Esta última era la del Presidente y la que se terminó imponiendo, no sin fracturas internas.

   Palermo, histórico goleador, había anunciado, antes de viajar con la Selección al mundial, había expresado su voluntad de jugar un año más y de ser posible retirarse en Boca. El monto del contrato no parecía ser problema, los que se oponían hacían hincapié en la edad y en el echo de no repetir la historia de Boselli tapando a Viatri. Pero toda la negociación se abre luego del gol de Martín a Grecia, fue tal la locura que desató esa conquista que los dirigentes que se oponían firmemente se terminan encolumnando detrás de Ameal y la renovación se hace realidad a la vuelta de Martín del Mundial.

    La renovación de Román en cambio produjo cimbronazos y rupturas profundas en la Comisión. Si bien Ameal quería renovar y el dinero nunca fue problema, el tema conflictivo era la duración del vínculo. Mientras el Presidente y detrás de él la mayoría de la Comisión quería que fuera por un año, Román se plantó en 4 años de contrato, para dejar el fútbol en Boca. La negativa de Román a aceptar un contrato de menor duración galvanizó a todos los que se oponían por diversas razones a que continuara en Boca. Encima se había operado de la rodilla a poco de finalizar el Clausura, con lo que se descontaba que se perdería buena parte del Apertura (al final solo jugó 1 partido y medio).

   Los motivos de oposición a la continuidad de Román eran de lo más variados, todos dichos en medio tono o a través de “periodistas” que operan a favor de las posturas de determinados dirigentes, posturas que en general estos no se animan a hacer públicas. Así se cuestionaba que ese eventual contrato de larga duración era impagable en el monto, se extendía largamente de la duración de la actual comisión (como si el de Insaurralde, por ejemplo, a tres años, no hiciera lo mismo), que no había evidencia que volviera bien de la lesión, que se se le debería firmar con una clausula de “productividad” o sea, para cobrar debe jugar un determinado porcentaje de partidos, etc. Todas excusas porque no se animaban a decir que no querían más la presencia del 10 en el plantel. Y no se animaban a hacerlo público porque tenían claro el apoyo de la gran mayoría de los hinchas para con el ídolo. Cosa que si tuvo claro el Presidente (al menos ha tenido algo claro) cuando La Bombonera casi entera (con la excepción de los hinchas profesionales) le brindó el apoyo total en ocasión de su sonado enfrentamiento con Maradona, por entonces técnico de la Selección Nacional, en ocasión del Súper Clásico, cuando el Diego volvió a su palco después de un año, cuando le había pasado exactamente lo mismo al comenzar el conflicto entre ambos.

   A medida que se dilataban los días y la solución a la renovación o no del contrato de Román no aparecía, fueron los hinchas a través de encuestas, foros y redes sociales los que comenzaron a inclinar la balanza con su apoyo masivo. Los dirigentes se estiraron a un año y medio de contrato, luego a tres. Un par de veces salió Román a desenmascarar los intereses ocultos hasta que finalmente harto de vueltas se le plantó cara a cara a Ameal para que le dijera de una vez si lo quería o no en el plantel. Ya se acercaba el cierre del libro de pases, era avanzado agosto y ahí Ameal toma la decisión de forzar la aprobación en reunión de comisión del contrato por 4 años. Fueron dos reuniones traumáticas, hasta que ciertos movimientos políticos de gente que no quería quedar pegada como los que echaron al ídolo, inclinaron la balanza hacia la aprobación. Que fue traumática y provocó la renuncia de varios dirigentes, entre ellos el tesorero Angelici, el más firme opositor a la continuidad de Román.

   Pero mientras se desarrollaba el culebrón de las renovaciones otras cosas seguían sucediendo en el Mundo Boca.

   Ni bien terminado el desastroso Clausura (20 puntos, 35 goles en contra, puesto 16, 3 técnicos en 6 meses) y antes incluso de saber si Borghi sería finalmente el técnico, el plantel se fue de gira a la costa oeste de Estados Unidos. Una gira insólita, de bajo nivel técnico, con un plantel desmotivado, con jugadores que sabían que no seguirían, con un técnico interino al frente, con el único propósito de recaudar algunos dólares. Se jugaron tres partidos y se perdieron los tres. Ante el campeón de la MLS(Los Angeles Galaxy 0-1), liga de tercer nivel mundial, ante un equipo de medio pelo de la misma liga (Seattle Sounders, 0-3) y lo más tremendo de todo ante un equipo de expansión, que recién empezará a competir en la liga el año próximo (Portland Timbers, 2-3). Ni cerca están los dólares que se ganaron de igualar el prestigio que se perdió en esta auténtica payasada.

   Una vez terminada la bochornosa gira, el plantel tuvo vacaciones y al regresar al trabajo se encontró con su nuevo conductor, el Bichi Borghi, que venía de ser múltiple campeón en Chile con Colo Colo y campeón acá con Argentinos Jrs.. Previo a esto había fracasado estruendosamente en Independiente.

   Un tipo afable, dado con lo jugadores y la prensa, desdramatizaba el juego en cada declaración y se mostraba inflexible con sus principios sobre el juego: línea de tres, doble cinco, dos carrileros, enganche y dos delanteros. No deja de ser un ordenamiento más en la cancha, pero en Boca, hablar de línea de tres parecía un sacrilegio, y eso que la línea de cuatro nos venía regalando goleadas una tras otra. De esta discusión se valdría mucho periodista operador para minar el ciclo desde su mismo comienzo.

   La venta de Gaitán, millonaria, acercó los fondos para la llegada de refuerzos, así con el correr de los días van llegando el arquero Luchetti, los defensores Cellay, Insaurralde, Caruzzo, Clemente Rodríguez y el volante Escudero. Llamativamente no se buscó ni un enganche para suplir a Román en su ausencia ni un delantero por afuera. Se buscó y falló por no ¿superar la revisación médica?, al chileno Fierro, que sería el carrilero derecho de Borghi, fracasado este pase no se buscó ninguna otra alternativa. El paso de los meses nos mostraría cuan graves fueron estos errores.

   Mientras el plantel descansaba el nuevo técnico salía diariamente prácticamente en cadena nacional, la pregunta recurrente era sobre el sistema de juego, defendido a ultranza y sobre las renovaciones de Palermo y Riquelme, las cuales defendía con énfasis y en el caso de Román lo hizo en todo momento hasta que esta se concretó.

   De vuelta de las vacaciones, el estreno del ciclo Borghi fue en Brasil, ahí un equipo que empezaba a mostrar caras nuevas y la inclusión de algunos juveniles logró un buen triunfo ante Palmeiras por 2-0 en lo que fue la despedida del estadio Palestra Italia, el cual se refaccionaría para el Mundial 2014. Las ilusiones comenzaban a volar a pleno.

   Si la gira por USA sonaba excéntrica cuanto menos, que se puede decir de los dos partidos programados en Oceanía, antes del comienzo del Apertura. Hacia esas tierras lejanas fue Boca a “abrir mercados” y disputó un encuentro en Australia, con victoria ante el Melbourne Victory F.C. por 1-0 y otro en Nueva Zelanda con derrota de 1-2 ante el Wellington Phoenix.

    De regreso a Buenos Aires, dos semanas sin amistosos, cosa no muy entendible, y a iniciar el Apertura, donde todos los entendidos daban a Boca como serio aspirante al título.

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