27/9/10

Irregularidad total.

   Fecha 1, empate en Mendoza ante Godoy Cruz, hoy animador del torneo, en una actuación buena que bien pudo deparar el triunfo.

   Fecha 2, derrota frente a Rácing en La Bombonera, jugando muy mal.

   Fecha 3, derrota con All Boys en Vélez, prácticamente tocando fondo.

   Fecha 4, victoria ante Vélez en La Bombonera, jugando 80´espectaculares, de lo mejor visto en Boca en mucho tiempo.

   Fecha 5, derrota ante San Lorenzo, como locales, regalando un tiempo entero, mejorando en el segundo, pero demostrando mucha falta de punch.

   Fecha 6, victoria en Bahía Blanca ante Olimpo, jugando aceptablemente sobre todo en el segundo tiempo.

   Fecha 7, victoria arrolladora en La Bombonera ante Colón en una actuación para la ilusión.

   Fecha 8, caída ante Estudiantes en Quilmes dejando una imagen triste, desteñida y preocupante.

    Este somero resumen nos muestra un equipo inestable, irregular, casi “bipolar”. Seguramente es el precio de la renovación profunda de jugadores y de sistema de juego. Especialmente preocupante el rendimiento de mitad de cancha en adelante, donde se pasa sin escalas de generar 14 situaciones de gol ante Colón a la nada absoluta 6 días después ante Estudiantes. Jugadores de gran rendimiento en un partido pasan a ser paupérrimos en el siguiente.

   ¿Qué cabe esperar entonces para el futuro inmediato?. Lamentablemente suponemos que más de lo mismo. Más allá de algún cambio puntual de nombres que pueda realizar Borghi (el sistema es innegociable, y tampoco tiene mucho para variar), al menos hasta la vuelta de Román el panorama pinta así.

   Román a medida que se prolonga su ausencia se transforma en cada vez más imprescindible. ¿Logrará su sola presencia cambiar el rumbo?. Sus condiciones para hacerlo son innegables, y las carencias de Boca son precisamente sus virtudes, pero no hay que olvidar que viene de una operación y de casi medio año de inactividad. Por lo tanto, de no producir Román un gran vuelco positivo, podemos prever de acá al final del torneo, varios triunfos, seguro en buen nivel, algunas derrotas con bajo rendimiento y un par de empates (la falta de empates habla también del desbalance del equipo). Los treinta puntos deberían ser una meta lógica como para encarar el próximo año con expectativas de luchar arriba. No olvidar que venimos de tres torneos al hilo bastante lejos de tan módica meta.

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