10/9/09

Causas y consecuencias

   Cuando durante mucho tiempo se hacen las cosas mal, las consecuencias son malas. Razonamiento digno del amigo Perogrullo, pero que viene a cuento de tratar de comprender como puede estar Argentina al borde de quedar afuera de un mundial al que clasifican 4 de 10 equipos además de un repechaje, y máxime cuando desde que se inició el sistema actual nunca hubo problemas para alcanzar este objetivo.

   Todo empezó mal a comienzos del ciclo Basile. Si bien se ganaron los primeros tres partidos, esto se tomaba como algo normal y nos dábamos el lujo de cuestionar el nivel de juego. Porque a la selección se le exige que gane y además de espectáculo, cosa que no les exigimos a nuestros equipos. Encima, salvo cuando enfrentamos a Brasil, todo lo demás se da como triunfo descontado y obligatorio, “egocentrismo” que le dicen.

   A partir de allí el ciclo Basile se deslizó por una pendiente peligrosa, empezaron las derrotas de visitante y los empates de local, solo el triunfo ante Uruguay volvió a dar 3 puntos juntos. La derrota en Chile unos días más tarde forzó la renuncia del Coco, renuncia que era pedida por vastos sectores de la prensa, de la dirigencia y solapadamente del mismo plantel. “Hay diferencias generacionales”, “no le llega a los jóvenes”, “descuida el trabajo y la táctica, está pendiente de las cábalas”, se decía para justificar el desplazamiento.

   Renunciado Basile, la amplia mayoría de la opinión deportiva pedía, casi rogaba porque ahora sí fuera el Gran Carlos Bianchi el técnico elegido. Parecía que la cosa rumbeaba, hasta que Julio Humberto “Ave César” Grondona, sacó su as de la manga, y apareció contratando a Diego Maradona como técnico, algo que Diego pedía y volvía a pedir desde hace años sin ser tomado demasiado en serio por nadie.

   A partir de ahí la prensa se unió en su inmensa mayoría detrás del mito, de todo lo que Diego significaba. Y ese golpe de timón se comenzó a reflejar en el equipo. Llegó con victoria ante Escocia el primer amistoso, llegó el resonante triunfo ante Francia en febrero. Todas eran rosas. Pero Diego gusta de la polémica permanente. Antes de jugar el primer encuentro oficial frente a Venezuela, salió públicamente a criticar a Juan Román Riquelme, violando los famosos códigos que él maneja a la perfección. Consecuencia, obviamente deseada, Román renuncia a la Selección, camino libre para las estrellitas, que se decía no lo soportaban en el grupo. Triunfo amplio ante Venezuela y llovían los elogios. Viaje a Bolivia y en el colmo de la improvisación y la única apelación al “inflador psicológico” fuimos “a derrotar a la altura con goles”, y le metimos un gol a la altura. Lástima que ella nos metió seis.

   Ya ahí, humildemente empezamos a preveer lo difícil que sería llegar al mundial si seguíamos sin sacar puntos de visitante, lo escribimos acá y acá.

   Llegó Colombia y fue triunfo con juego desastroso. Fuimos a Ecuador, se mejoró, no se concretaron situaciones favorables y en los últimos minutos nos vinimos con las manos vacías y un 0-2 en contra.

   Hubo más de dos meses para preparar los choques contra Brasil y Paraguay. Equipos fuertes en defensa, con buena altura y que marchaban arriba nuestro en la tabla. El tiempo se consumió mayormente en discusiones y peleas con los dirigentes del club propietario de la cancha donde habitualmente juega de local la Selección, cancha responsable según el técnico y varios jugadores, sobre todo los ex del club en cuestión, del muy bajo nivel frente a Colombia. Además de teorizarse sobre las ventajas de llevar el partido a Rosario, donde el aliento del público convertiría la cancha en un tobogán hacia el arco brasileño, lo que sumado a la motivación de jugar un clásico nos llevaría a un triunfo seguro. El final esta historia está fresco. Y ahora nos desayunamos en palabras de Agüero que el golpe fue tan bravo que nos dejó sin chances de antemano con Paraguay. Lástima que no avisaron antes así ni sufríamos ni nos calentábamos.

   Así gracias a algunos resultados favorables estamos quintos, entrando al repechaje, a falta de dos partidos y con varios equipos que nos pisan los talones. El equipo perdido en la cancha, sin respuestas futbolísticas en el plantel y en el cuerpo técnico. Sobre que no hay demasiado tiempo para trabajar, el poco que hay no se aprovecha en forma integral. Los cambios son erráticos y por lo general desacertados. Las respuestas individuales de las grandes estrellas europeas brillan por su ausencia.

   Este es el oscuro panorama a un mes de jugarnos el pase a Sudáfrica en los dos partidos finales, Perú, acá, Uruguay allá.

   Dice el Nano Serrat en “Bienaventurados”,  “…..bienaventurados los que están en el fondo porque de ahí en adelante solo cabe ir mejorando”. Y Argentina tocó fondo. ¿Tocó fondo?

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